lunes, 17 de octubre de 2011

POESÍA DE LA PAMPA SECRETA: JUAN CARLOS BUSTRIAZO ORTIZ



POR CRISTIAN ALIAGA
El Siguiente texto integra el prólogo que escribiera Cristian Aliaga para la Antología de Bustriazo Ortiz “Yo sé que labro joya oscura”, cuya selección estuvo también a su cargo, y que en breve publicará la Editorial Mate.
I
Juan Carlos Bustriazo Ortiz nació en Santa Rosa, entonces capital del Territorio Nacional de La Pampa, el 3 de diciembre de 1929. Su obra poética, iniciada con
"Los poemas puelches" (1954-1959), incluye más de sesenta títulos. De ese conjunto extraordinario sólo se publicaron "Elegías de la piedra que canta" (1969), "Aura del estilo" (1970), "Unca bermeja" (1984), "Los poemas puelches"- "Quetrales" (1991) y “El libro del Ghempín” (2004); todos en pequeñas tiradas y prácticamente inhallables (1).
Bustriazo ha viajado por el fondo de la región pampeana: puestos, campos perdidos de la civilización, obradores de Vialidad y boliches que jamás figurarán en cartografías –como el legendario “Temple del Diablo”– han sido su país natal.
Baqueano de caminos, parajes y rastrilladas, autodidacta y erudito, nómade en su territorio. Siempre en los márgenes, desde sus tiempos de telegrafista en Puelches, como trovador errante, prendado depeñas folclóricas, boliches, extramuros, mujeres de la vida. Su experiencia profunda frente al paisaje fue uniéndose a la búsqueda de un lenguaje “otro”, más “clásico” en los primeros libros, emparentado con la música y el canto.
Su experiencia de escritura ha sido cambiante y poderosa. Ya en "Elegías de la piedra que canta" (1969) el poeta "desarmó" su lenguaje para crear un sistema poético encantatorio, pampeano-surrealista, folclórico-universal.
Desde el aislamiento de La Pampa, ha estado intensamente comunicado. Clásicos y heterodoxos han alimentado su obra fascinante. Por elección, pudor o predestinación, el poeta escribió largamente en ese territorio, sin dejar jamás los parajes conocidos. Ni la marginalidad ni las maneras perversas de la industria cultural pudieron confinarlo al conservadurismo estético e ideológico de las provincias.
En los techos de una experiencia poética, Bustriazo Ortiz selecciona, efectúa un montaje de inteligencia y pureza de espíritu, revela un lenguaje.

Vista ampliada de: La Pampa es una viejo mar
II
Sólo había leído “Unca bermeja” cuando establecí contacto con Bustriazo Ortiz en 1988, a través del escritor Juan José María Alvarez. Luego comenzamos a intercambiar correspondencia, y recibí de manos del poeta sus libros “Elegías de la piedra que canta”, “Aura del estilo”, “Los poemas puelches” y “Quetrales”.
Su extraordinaria altura poética me llevó a iniciar la búsqueda de los textos inéditos mencionados por Bustriazo en su correspondencia, y detallados por él mismo con leves variaciones en las últimas páginas de sus libros.
Me impresionó la noticia de que el mismo autor carece, hasta hoy, de los originales de sus propias obras. Durante casi un lustro, desde comienzos de los ’90, Bustriazo Ortiz fue paciente del Hospital Psiquiátrico "Lucio Molas". "Frecuentado por infinidad de amigos”, permanecía “encerrado en un mutismo total”. “Sólo queda entablar con él el diálogo del silencio" decía entonces Juan J. M. Álvarez. En ese contexto, el poeta decidió depositar la totalidad de su obra inédita en manos de una persona de confianza que se encargaría de preservarla.
Ya recuperado y dado de alta, residió en la Asociación de Escritores de La Pampa hasta su matrimonio con Lidia Hernández, con quien vive actualmente en su casa de Santa Rosa. En los últimos años, sus intentos por recuperar la obra que le pertenece han sido infructuosos, pese a las insistentes demandas públicas que ha formulado.
Debo al poeta Miguel de la Cruz el conocimiento de una parte de la obra soterrada de Bustriazo Ortiz. En 1997, con su ayuda generosa, obtuve varias de las obras inéditas, mecanografiadas en un papel para copias que ya no se fabrica. Ese material constituye la base de esta breve selección que presentamos, y de la antología “Herejía bermeja”, que Ediciones en Danza publicará este año.
El trabajo de Sergio De Matteo, director de la revista “Museo Salvaje” de La Pampa, ha resultado fundamental para abrir el círculo en torno de Bustriazo Ortiz y ensanchar las posibilidades de difusión de su obra. Con él y el poeta Andrés Cursaro hemos relevado archivos, documentos y testimonios acerca del “Flamenco Bustriz”, como suelen llamarlo sus antiguos amigos.
El diálogo personal sostenido en los últimos años con Bustriazo Ortiz y con su esposa Lidia Hernández nos permitió elaborar proyectos de edición, presentaciones y lecturas del poeta –como las que ya realizó en Santa Rosa y Neuquén– después de décadas de silencio.
Notas y breves antologías publicadas desde mediados de los años ’90 en Comodoro Rivadavia y Buenos Aires –en diario El Patagónico (3), La Danza del Ratón (4) y Diario de Poesía (5)– avivaron el interés por esta obra fascinante y desconocida. Poetas, críticos y periodistas dieron cuenta de su deslumbramiento por libros que lentamente comienzan a circular por el país y el exterior.


III
Singular y compleja es la tentativa poética de Bustriazo Ortiz. Los suyos son “himnos a la noche”, eróticos y trágicos, de sensualidad exacerbada, cantos a la existencia intensa de quien bordea un saber ancestral, cargado de símbolos que lo obligan a “nombrar de nuevo”, a descubrir neologismos que expresen aquello que las palabras en uso no logran describir, como ha señalado Carla Rivara.
Apela a un mundo ancestral, intemporal, “abre” su lenguaje a una poética de múltiples registros. Precisión verbal, riqueza de imágenes inesperadas y un ritmo encantatorio lo caracterizan. Selecciona elementos legendarios, efectúa un montaje de inteligencia y espíritu ritual, revela un lenguaje desde un mundo "otro" surgido de su apropiación simbólica del universo pampeano. La creación de una saga original, pampeano-universal, que va del clasicismo a la ruptura, lo distingue con brillo único de lo escrito en el país.
Su creatividad es extrema. El habla criolla se funde con la tradición poética española, pero en esa síntesis la supera. De otra rastrillada le vienen las maneras del gaucho no asimilado a ninguna esclavitud, los modos rituales del Ghempín (hechicero) que tiene el poder de la piedra y el presagio. Con naturalidad recurre a un lenguaje de impronta elegíaca y exhibe una técnica sutilísima de acentuaciones y ritmos. Ninguna de estas breves consideraciones alcanza a dar cuenta de una tentativa extrema. El aura de inaccesibilidad, rareza o misterio que acompaña a Bustriazo Ortiz comienza a ser reemplazado por la admiración que provoca el conocimiento de su impecable obra poética.
Bustriazo Ortiz ha sufrido una doble exclusión. Sin embargo, a él puede aplicarse lo dicho por Muschg: “los poetas no sólo han creado la cultura, sino que una y otra vez la aniquilaron, cuando les pareció poco vital”. La obra del gran poeta pampeano, escondida o en circulación, pertenece a un fondo común de la humanidad.


Cristian Aliaga. Nació en Darregueira (Buenos Aires) en 1962 y reside en la Patagonia. Es escritor, periodista y profesor universitario. Publicó libros de poesía, prosa y crónicas.
Publicó “Lejía” (1988), “No es el aura de Kant” (1992), “El pasto azul” (1996) y “Estancia La Adivinación” (1998) –todos en Último Reino– “Visages et paisajes de la Patagonie australe”, en “Patagonie. Une tempete d’imaginaire” (Autrement, 1997), “Música desconocida para viajes”, con prólogo de Francisco Madariaga, (Ediciones Deldragón, 2002)) y “Estrellas en el vidrio. Antología”, selección de Jorge Boccanera (Colihue, 2003).
Editó la obra del poeta Juan Carlos Bustriazo Ortiz: “Yo sé que labro joya oscura” (publica Mate) y “Herejía bermeja” (publica Ediciones en Danza). Grabó su obra “Comodoro-Bosnia-Nueva York” en CD junto al músico Avelino Naves.
En 2005 recibió el Primer Premio “Raúl González Tuñón” del Fondo Nacional de las Artes y el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, y en 2007 el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes.
Es autor de varias antologías.
Dirige Espacio Hudson, Centro de Artes & Cultura, en Lago Puelo (Chubut).


De “Unca Bermeja”
...

7
he ahí que brilló en la tiniebla
tu carruaje en medio del viento
con sus metales bermellones
con sus minerales como plata
apagáronseme los estragos
la canicie de mis cenizas
oh mía mía entre lo cárdeno
y empapamiento de la noche
dulces pálidos de las rodillas
porque ya no éramos conturbados
las mandíbulas de la lumbre
ya no comieron del olvido
mi amamantada de la luna
en atamiento en mis costillares
como una rosa ya dormías
y flameáronse los carbones
mi estatuilla mi ramo moro
mi cepa de la noche canela
hinchamiento de mi corazón
en la grosura de lo negro!
(noche del seis de abril.)

8

oh mi dormida entre mis brazos
cuántos siglos que no teníate
desde los abrigos hollinosos
entre los valles primigenios
desde las cuevas de piel verde
desde los aleros silbadores
desde las cópulas del guanaco
desde las cruces laberintonas
y eran lo creado las pinturas
y entre nosotros cuántos desmayos
una vez fuiste una fogata
fuísteme un sol como en desvarío
y yo pintábate en el vientre
una guarda con miel de abejas
lleguéme herido de una caza
y hierba fuiste forma del unto
entre los cueros de la noche
con el color de la piedra madre
oh mi dormida entre mis brazos
y yo velaba en los pedernales!


9

y otra vez fuiste una mariposa
de grandes alas escarlatas
oh y en las siestas estallantes
tus ojos eran rogativas
y yo cazaba en los cerrillos
animales de frentes tristes
para que soltaran los fogones
chillantes flores coloradas
chisporroteaban en las cavernas
los tremolantes corazones
otra vez fuiste un chamal blanco
sobre mi pecho con cicatrices
fuísteme un beso neblinoso
una centella desgranándote
oh y en la lengua de la tribu
hablabas tímida con el cielo
y ahora estás entretornada
y largo estoy ensusurrándote
piedras azules pasan volando
y en lo entreoscuro somos polen


10

y ahora estás para vos sola
con tu sonrisa contra el mundo
cáeme la noche desvencijada
déjame más un ay yaciéndote
quiero tu olor de niebla abierta
sácame vetas de temblor verde
despellejados juanjirones
quiero otra muerte de conana
quiérome esta hasta lo claroso
déjame hacer en esta sombra
hasta la herida del colorinche
cuando respires muy frutona
mora entreblanca o entreoliva
en esta cosa hecha de enjambre
quiérome estar hasta el dios mío
hasta que pálida medanees
o hasta que el buche de la paloma
déjame herir hasta lo amarillo
hasta que tu sed mate otra uva
y entre lo destrozado vivas!


11
déjame ser una gaviota
en los tomillos de tu nuca
una avutarda de agua y trémolo
en la tazona de tu garganta
déjame ser un mirlo mucho
un gavilán de negro encaje
un cachilote aterciopelado
a media siesta y media laguna
un hornero con pies de barro
y con las sienes de belleza
un gorrión a medio salitre
a media piedra y media lágrima
en tus lomadas tormentonas
déjame ser estantas alas
estantos reinos de volidos
sobre tus costas anochantes
sobre tus líquenes susurrones
sobre tus mujeres de miel muerta
déjame abiertos estos picos
en los azules de lo secreto!


POEMAS INÉDITOS
I
castísimo y sostenido de profundis para viola da gamba y flauta dulce
pasan tréboles locos lirios lámparas
pensativos oréganos desnudos
yo me tengo que ir y no me vienes
en tu infiélido carro de diamantes
esqueletos de peces y guanacos
yo te quiero besar enmuertamente
calcañares mugientes sacros clítoris
calcinados calzones y no llegas
yo te quiero besar crucificada
pasan culos fastuosos yo te extraño
coxis bellas orejas escarlatas
y me tengo que ir ángelamente!
a ch. a. de f.De “Los decimientos” (1972-73).